Presentación.
Estoy muy complacido de estar esta noche aquí, frente a este selecto grupo de paisanos y paisanas para presentarles mí modesta pero profundamente sentida obra del género literario: titulada Mogotocoro, El último Chitarero. Es un relato de ficción histórica, acerca de la conquista de los territorios de la cuenca oriental del rio Chicamocha, o del sur de Pamplona, territorio que actualmente es jurisdicción de los municipios de Guaca, San Andrés, Cepitá y Umpala.
El relato está inspirado emotivamente por la obra "Monografía histórica de Guaca" que es una exhaustiva recopilación de documentos históricos desde la conquista hasta la guerra de los mil días de esta región oriental de Santander, realizada por Don Prospero María Jaimes Camacho, quien motivado por su amor y curiosidad por la historia de su comarca y a sus genuinos antepasados los aborígenes Chitareros, nos los presenta a través de los documentos históricos que tienen la mirada despreciativa del cronista español quienes se limitaron a describir su fisonomía, su vestuario, sus costumbres, no se refirieron a los cultos solamente los calificaron como idolatras, a presentar un mediocre y subjetivo perfil psicológico que los denominó como taimados, maliciosos, arbolarios, desconfiados y perezosos.
Los documentos históricos son mezquinos en la descripción de la sorpresa y la abrumadora conmoción del encuentro con la presencia del conquistador; - fue más una alucinación- al ver esos seres nunca imaginados por ellos, turbación que los llevó en un primer momento a creerlos dioses.
Continuando con una rigurosa cronología la monografía citada, nos presenta los documentos que testifican la penosa tragedia de su sometimiento y el tener que llevar de manera ambivalente entre resignación y rebeldía por siempre el trágico destino que les trazó el invasor con su insaciable codicia, abusando de la superioridad cultural, tecnológica y militar.
Literariamente mi relato está influenciada por la novela épica sobre la colonización norteamericana del escritor James Fenimore Cooper, titulada "El ultimo Moicano"; de donde me surgió la idea de escribir una historia de ficción y de la necesidad de recrear la historia de la conquista de otra manera, que fuera más amena que la lectura de los documentos históricos y pensando en que sus destinatarios fueran todos los amantes de la lectura y la curiosidad por su propio pasado.
El otro aspecto que influyó en el desarrollo de la obra fue la estructura de pensamiento que tenemos los profesores, caracterizada por tratar de hacer del conocimiento un divertimento, algo sencillo y agradable para los estudiantes.
El relato de Mogotocoro está narrado con lenguaje sencillo, pero salpicado de términos de la lengua chibcha, de los cuales sobreviven en el lenguaje actual de los pobladores de la región los topónimos con las que se nombran lugares, como Litas aga, que castellanizado significa "valle abajo de la piedra", según el uso popular "piedra abajo", o cupa aga, que significa "valle arriba o encima de la piedra"; antropónimos, los que actualmente figuran como apellidos, entre los que tenemos Chipagra, Chanagá, Matagira, entre otros muchos; nombres de plantas, de animales, objetos de uso cotidiano, comidas como "arepa" que para ellos significaba comida de maíz, o "ajiaco" que significa comida en general, sustantivos como Chichagüi que significaba para ellos enfermedad, Chacúa que significaba muerte, entre muchos otras, pero que castellanizados cambiaron de sentido.
Es pertinente recordar que según las crónicas históricas cuando este territorio pertenecía administrativamente a guaca se llamó "valle de litasga"; por lo tanto y para hacer honor a los dos aspectos más fuertes de nuestra identidad, la cultura judío cristiana y la aborigen, este municipio se debería llamar "San Andrés de Litasga", así como en el departamento del Cauca para honrar los dos ejes culturales de la región, un municipio se llama, "San Andrés de Pisimbalá". Son muy bellas y sonoras estas palabras, la nuestra, Litasgá y la de los caucanos Pisimbalá.
¿Por qué el nombre de Mogotocoro y no otro cacique de la región? Fue una decisión arbitraria que tomé influida más por los afectos hacia la vereda donde nacieron mis abuelos paternos y donde tenían sus propiedades; igualmente había podido ser cualquier otro nombre del abundante numero de de jefes, aicas, o sibintibas, que en el momento de la conquista habitaban la región; fundamentalmente con el nombre de "Mogotocoro" mi pretensión es la de exaltar la memoria y el legado no solo racial sino cultural de todos los aborígenes y sobre todo la dignidad, que es el aspecto más olvidado y menospreciado por los cronistas de indias y por la "historia oficial".
El argumento y narración pretende hacer ver al lector que estos pueblos precolombinos, silvestres y terrígenos, tenían una cultura representada no solo en el lenguaje, aun sin escritura pero en vías de tenerla, puesto que los pictogramas y grabados son los inicios para llegar a ella. -de los cuales tenemos buen número de testimonios en nuestra localidad-. Su cultura también estaba representada en su cosmovisión de carácter mitológico como la de todos los pueblos primitivos del planeta; en una organización tribal de castas familiares; organización política con un gobernante de carácter vitalicio y hereditario, en algunos grupos, y en otros elegido entre los hombres más valientes, inteligentes y con el liderazgo requerido para que hiciera sentirse seguros a los miembros del grupo; Su cultura también estaba representada en normas y principios que regían la vida en grupo, lo que indicaba una insipiente organización social; sacerdotes y chamanes, hechiceros y curanderos para aliviar los males del cuerpo y del espíritu; una organización tribal de defensa con una ética del combate y culto a la valentía; un credo mitológico de culto a la naturaleza y a un poder sobrenatural, con sus ritos, cantos y representaciones simbólicas; culto a los muertos y la creencia en una vida después de la muerte física. También tenían expresiones de cultura gastronómica con productos cuya materia prima era maíz, la arracacha, la yuca, el corozo, el frijol entre otros. Un sistema numérico de base decimal para contar, lo que indicaba rudimentos matemáticos, conocimientos de geometría expresados en la arquitectura, astronómicos representados en el calendario lunar.
Todos los aspectos culturales enumerados fueron subestimados y menospreciados por la arrogancia y prepotencia del invasor, los cuales quiero recuperar como memoria histórica en estos tiempos en que los sucesos del pasado sistematizados científicamente -o sea lo que llamamos historia- son menospreciados y se han minimizado en la educación escolarizada, llevándonos a ser pueblos sin identidad cultural y con autoestima personal y colectiva muy débil. Uno de los aspectos más relevantes de la cultura de estos pueblos aborígenes es el vivir en armonía con la naturaleza, porque para ellos era un principio natural ontogenetico que en la modernidad sus descendientes perdimos al considerarnos exclusivamente, "seres culturales". Haber abandonado este principio legado de nuestros aborígenes, nos ha llevado a que se nos esté haciendo difícil la existencia en el único lugar que tenemos en el cosmos para vivir.
Es conveniente hacer la claridad que la intención con esta obra no es idealizar a los aborígenes, pero hubiera sido mejor que en lugar de una conquista, se hubiera dado un encuentro de dos culturas.
El recorrido bibliográfico que inspiró la obra además de la referida de Don Prospero Jaimes Camacho está: San Andrés, "Una Ciudad con Historia". Y San Andrés en la historia, del historiador paisano Dr Antonio Cacua Prada; El clérigo y sociólogo Hugo Aceros Cáceres, quien recopilo leyendas indígenas como la de Lisgarero. Don Juan de Dios Arias en la obra Historia Santandereana. El pbro Ismael Mejía Calderón en la obra Monografía de Guaca y el Diccionario y Gramática Chibcha de la biblioteca Ezequiel Uricoechea.
Para terminar quiero dejar claro que no soy un historiador, soy un diletante de la historia y la antropología prehispánica, que se atrevió a hacer un ejercicio literario de escribir una historia y además se embarcó en la ventura de ser auto editor.
Muchas gracias a todos los lectores porque son quienes le dan sentido a la palabra escrita. Y muchas gracias a las personas que me han permitido ésta oportunidad de dirigirme a ustedes. Buenas noches.
Gran trabajo que nos recuerda y exalta nuestra identidad cultural sanandreseña
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